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EL ARTE
POR
INVISIBLE RAFAEL
CASTRO
MARTÍN
Fue en 1958 cuando el francés Ives Klein
habló por primera vez de “La arquitectura de
aire”. La invención causó tal estupor entre el
público que decidió mostrarlo con su presen-
tación “Le Vide” (el vacío). Una habitación to-
talmente vacía, sin contenido visible alguno,
llevaba al espectador a estimular la imagina-
ción y sentir el espíritu artístico de la obra. “Le
Vide” se convertiría en la primera muestra de
arte invisible en la historia de arte reciente. “El
arte ya no parece un objeto sino que es perci-
bido como una presencia artística que se vis-
lumbra en el espacio”, declaró Klein.
Ives Klein (arriba) dentro de “Le Vide”; “Escultura Invisible” (abajo),
de Andy Warhol.
Años más tarde, en 1985, Andy Warhol supo
llevar el arte invisible al paroxismo dadaísta
del arte pop creando la “Escultura Invisible”.
Se trataba de un pedestal vacío sobre el que
reposaba la huella del artista, ya que el propio
Warhol había estado subido al pedestal du-
rante largo rato. Cuando bajó, rodeó la obra
con detectores de movimiento, de modo que
el único lugar en el que se podía estar sin
que saltaran las alarmas era subido en aquel
pedestal. Con ello, el artista estadounidense
haría real su idea de los “15 minutos de gloria
que todos necesitamos”.
34 OPINIÓN | EL AR TE INVISIBLE, por Rafael Castr o Martín
ellos la mente, se encontraban dentro del cráneo en sostiene en el tiempo como puede ser un cuadro, una
En un tiempo creíamos que los pensamientos y con la circunstancia de la “no temporalidad”, es decir, no se
eso que le llamábamos cerebro y, por consiguiente, su-
escultura, un texto que se puede leer una y otra vez y
poníamos, como se pensaba en otras cuestiones, que está ahí físicamente. La música no, la música guarda
Dios se encontraba en el cielo, que en el interior de ese hechizo ancestral de algo misterioso que, no siendo
la cabeza se encontrarían las ideas y por ello habría visible a los ojos del hombre, como diría “El Principito”,
un lugar tal vez mágico, al que llamaríamos mente y sigue siendo un arte colosal, del cual muchas veces hay
otras artes que derivan de él sin él ser visto. Piensen
ahí podríamos encontrar todos los razonamientos e, in-
cluso, trabajar con ellos como diferentes piezas de un en el ballet, no hay bailarines sin música, sería como
mecano algo complejo y distinto. un jardín sin flores, o la ópera, un texto sin música...
o todo el arte de la sastrería y la moda que subyace
en un grupo lírico cuando la música salta a escena en
bailarines, cantantes, atrezzo, etc... todo, todo, depende
cosmonauta Yuri Gagarin al dar su primera órbita al y que sin embargo nadie ha visto jamás pero que, al
Por otro lado, Dios no estaba en el cielo como dijo el de la música, de eso que nadie pone en duda que esté
planeta tierra, cuando se abrió el cerebro se descubrió igual que nadie ha visto la mente sino solo el cerebro,
muy a nuestro pesar, que dentro solo había, como mu-
tal vez la música solo se ve la parte instrumental, inclu-
cho, neuronas, pequeñas piezas que interactuaban y so la voz pues cuando una persona canta, es su propio
que, aun hoy siguen siendo un misterio, pero de ideas, cuerpo el que genera esa sonoridad pero no la ve, es
y de la mente... más bien poco... tal vez igual que sucede más, el cantante ni siquiera oye su propia voz por eso
con los sentimientos cuando se abre el corazón. Afortu-
algunos tenores, como Plácido Domingo, decía “que la
nadamente, ya nadie abre un corazón con la intención voz humana es tal vez el instrumento menos agradeci-
de buscarlos ahí, porque ahí sabemos positivamente, do porque no sabes cómo suena ni siquiera cuando el
que hay carne, tejidos, fluidos, pero sentimientos... más que lo ejecuta eres tú mismo”.
bien no.
Al mismo tiempo, se sabe que un músico es capaz de
De un modo parecido se supone con el arte, en es- aprender mucho más fácilmente que una persona que
pecial con la música, un arte que se siente, que emo- no lo es a hablar en otro idioma... y digo hablar ya que
ciona, gusta o disgusta, pero que en cualquier caso na- el idioma se habla y lo que se habla sigue siendo sonido
die, y afirmo taxativamente nadie, puede decir jamás y por tanto tiene una cierta musicalidad que el músico
nunca dónde se encuentra... ¿Quién puede decir que enseguida reconoce y replica, aun cuando, como músi-
toca “música”?. A lo más que nos acercamos, tal vez, ca que es, siga sin saber cómo suena...
es a tocar un instrumento, más o menos complejo en
su mecanismo, a través del cual hacemos re-sonar el
aire circundante que genera unas ondas sonoras, que
luego sabemos que no son sino cambios de presión en
el aire, que al llegar a nuestro oído se traduce en soni- “La música guarda ese
do que guste o no le llamamos música. Ahora incluso
está el “ruidismo”, una pequeña variedad muy del siglo
XX, donde el ruido es la clave de toda su sonoridad... hechizo ancestral de
pero, en cualquier caso, música... por ello le llamo el
arte invisible, porque un escultor trabaja materiales, algo misterioso que, no
un pintor colores, un arquitecto edificios y materiales
diversos... pero la música... ¿dónde trabajamos la músi- siendo visible a los ojos
ca?. Es un arte que, al igual que la mente en el cerebro
y los sentimientos en el corazón, existe pero que sigue del hombre, sigue siendo
siendo totalmente invisible.
un arte colosal, del cual
muchas veces hay otras
Y eso para una mente intelectual y lógica, con dos
hemisferios cerebrales trabajando una polaridad de artes que derivan de él
lo que sí y lo que no, de lo que es y no es, de lo que
emociona y no... es una auténtica locura. Tal vez pre- sin él ser visto.”
cisamente por eso, es uno de esos artes efímeros que
cuando el instrumento no es tocado, cuando no se “jue-
ga”, como se dice en otros idiomas, sencillamente no
existe, porque, además de un material invisible, tiene
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