Page 19 - Revista Musicas do Brasil e mais - num. 9
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 CAR TA A                                                        Rio de Janeiro, 30 de noviembre de 2020


 C  A R  TO LA       Cartola amigo,
 CAR TOLA




                     Aquí estoy, aturdido frente a la pantalla del ordenador, en la víspera de los 40 años de tu
                   partida -y queriendo que esa fecha no pase desapercibida.  Tengo una imagen muy clara de
                   ti llegando a mi apartamento en Glória, acompañado del poeta Carlos Cachaça -tu compañero
                   más constante.  Dios mío, de eso hace más de 60 años.  Sé que la visita, de sorpresa, me dejó
                   bastante feliz -y también aprensivo:  vosotros queríais que yo colaborara en un samba inaca-
                   bado, el “Alvorada no morro”.  Acepté el desafío al instante, improvisé los versos de la segun-
                   da parte, y la lógica es que saliéramos en dirección a la vieja Taberna da Glória para celebrar
 Por Hermínio Bello de Carvalho  la nueva asociación.  Por si acaso, fui a consultar en la “Revista da Música Popular” número

                   14, de septiembre de 1956 -donde consta una carta-respuesta al Poeta Manuel Bandeira, es-
                   crita por mí- con la ayuda de un colega de oficina que andaba, en esa época, comenzando con
                   la guitarra:  Jodacil Damaceno, que sería después profesor de Joyce y de Guinga.  ¡Consúltalo!




                     La revista fue creada por nada más y nada menos que Lúcio Rangel, tío de Sergio Porto -el
                   Stanislaw Ponte Preta.  Mira cómo las cosas se van entrelazando, Cartola.  Lúcio me cogió del
                   brazo y me llevó ante la presencia de Bandeira -allí mismo en el centro de la ciudad.  Mira
                   solo qué desplante el mío:  una carta que no podía ser respondida simplemente porque no
                   estaba dirigida a mí.  ¡Ridículo!  Haciendo cuentas, yo tenía 21 años -y todo lo que aprendí
                   de música popular, jazz y artes plásticas, se lo debía a un pintor vanguardista llamado Walter
                   Wendhausen- fascinado por Araci de Almeida y Billie Holiday, como Lúcio y Sergio Porto -y
                   observa en la evolución del entrelazado al que ya me he referido.  Surge de Sergio la idea
                   de producir un disco con tu obra interpretada por Araci de Almeida.  La idea no prosperó, a
                   pesar del poderoso doble sello.  Lúcio, ya tú sabes querido Cartola, estaba fascinado con tu
                   trabajo.  Te apodó “O Divino Cartola”.




                     Bueno, creo que es tiempo de dar los créditos debidos al productor João Carlos Botezzeli
                   (1942), el “Pelão” -productor de tu primer disco.  Fue mucho más competente que yo, que
                   apenas conseguí grabar el LP “Fala, Mangueira”, donde tú y Clementina erais resaltados, y
                   contando aún con la participación de Carlos Cachaça y de la gran y rebelde Odete Amaral, ya
                   separada de su marido Ciro Monteiro.  “Ella era muy estúpida”, me confesó Ciro una vez.  Es-
                   túpida o no, qué hermosa voz.  De todos modos, siento que ya me he desviado del tema:  Pelão
                   hizo un bello trabajo.  Así es, Cartola.  Mañana, 20 de noviembre, recordaremos tu partida
                   hace 40 años.  Busqué algunas fotos en mi archivo para ilustrar esta carta, y ahí aparezco,
                   conduciendo a Zica al altar de la Iglesia Sagrado Coração de Jesus, ocasión en que la escritora
                   Maria Muniz y yo apadrinamos vuestro enlace.  Recuerdo tu alegría cuando la Divina Elizeth
                   grabó “Camarim”, que hicimos especialmente para ella.  La Divina interpretando al Divino.
                   Qué cosa linda, amigo mío, socio, ahijado de matrimonio.

                     Volviendo a hablar de Lúcio Rangel, a quien tanto debo -recuerdo cuando llegué a tu casa
                   para un almuerzo que contaba con la presencia de aquel gran investigador y, tal vez el ma-
                   yor admirador de tu obra.  Me mencionaste que habías llamado a Lúcio para recordarle el
                   almuerzo y que, de repente, la llamada se cortó.  Lúcio fue encontrado muerto al lado del
                   teléfono.  No sé, es una hipótesis que planteo ahora:  él debe haber tenido un infarto cuando
                   hablasteis por teléfono.


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